domingo, 23 de diciembre de 2007

Jehová dió, Jehová quitó...

En el libro de Job, encontramos la historia de un hombre que tras sufrir una serie de desventuras de todo tipo, jamás negó su fe en Dios y aceptó de manera tajante la voluntad de Dios en todos los sentidos.
http://search.americanbible.org/bible/search.cfm?book=Job&versions=61

En el verso 21, encontramos un hombre que en vez de preguntar a Dios, el motivo de su aflicción, simplemente adoró.

Para muchos de nosotros resulta una locura la actitud de Job y más aún sabiendo que algunos como yo, llevamos una vida de servicio hacia Dios y hacia las demás personas. El simple de hecho de perder un celular, botar las llaves, perder un empleo o un ser querido, nos lleva a renegar de Dios y pensar que Él se ha ensañado contra nosotros.

En mi caso, después de algún tiempo de renegar de Dios y pensar que Él había roto un pacto que llevábamos tiempo haciendo, me encontré sin empleo e hice cosas que Job (como nuestro ejemplo de hoy) no haría. Fue después de pensar y escuchar por fin los consejos de las personas que amo, reflexioné y lo más importante, acepté que era un plan de Dios y que cuando el cierra una ventana abre otras muchas puertas.

“Para los que aman a Dios, todas las cosas nos ayudan para bien”

El día de ayer nos encontrábamos haciendo compras navideñas e íbamos de un lado a otro, en el carro de una amiga, el cual tenía un serio problema de Embrague, Cambio, Caja o Cloche (Croche para los caraqueños) y de pana que era frustrante y desesperante ver a aquella muchacha meter los cambios haciendo un esfuerzo sobre-humano, luego de recorrer muchos sitios, decidimos irnos al centro y cuando pasamos cerca de San Agustín del Norte, se rompió la guaya del Croche y se paró el carro en medio de la vía.

Nos bajamos, empujamos el carro, revisaron (no sé nada de mecánica…) y buscamos un mecanico que me mandó a comprar la guaya… bajo la lluvia y deambulando por esa zona, fui de un lado para otro, llegue a Fuerzas Armadas, de allí a Quinta Crespo y nada. Solo pensaba en que las dos chicas estaban solas en el carro y lo único que podía hacer era rezar.

Cuando me regresaba como la niña del Jamón Plumroses… triste y cabizbajo, apareció una señal, como una nube de humo o una columna de fuego… en una esquina estaba abierto un localcito de repuestos y pude (Gracias a Dios) comprar la guaya, la montó el mecánico y continuamos con las compras.

Si no se hubiese roto la guaya, hubiésemos ido al centro, hechos las compras y el carro continuaría malo con problemas en el Croche. Esto no pasó por casualidad, pues momentos antes mi amiga había dicho que ella tenía miedo de que ocurriera eso, en otro sitio como en la autopista o en un lugar peligroso o de noche. Por suerte estaba yo, que desde que me monté en el carro no dejé de rezar un segundo, y en mis oraciones siempre le pido a Dios que la guarde, la cuide y le de muchas bendiciones.

Dios es la razón de todo, y debemos agradecer en todo momento por todas las cosas, así como Job aceptó que desnudo salió del vientre de su madre y desnudo volverá allá, al final de la historia Dios devolvió el doble de lo que tenía. Sus ganados, sus bienes y sus hijos fueron multiplicados, por el simple hecho de agradecer a Dios y no dudar que la luz al final del túnel no es un tren que viene a chocarnos (en ciertas ocasiones así sucede), pero lo importante es confiar en Dios y aceptar su voluntad.

Querido amigo (asi dicen los pastores cuando predican..jejejej), si estas pasando por una situación difícil, recuerda que Dios está probando nuestra paciencia y voluntad, así como nuestra fe. Él está en todos nuestros ámbitos, en el trabajo, en el carro, en la familia incluso en la economía (como la electricidad…jejeje te acuerdas de ese comercial de la EDC). Las pruebas nos enseñan lecciones, nos dan carácter y nos dan paciencia, yo he aprendido a confiar en Dios, hace algún tiempo pasé más trabajo que ratón en ferretería o que Angel Lozano en el metro o Maria en el mercado de Coche.

Gracias a Dios ahora tengo un trabajo, pero en esa oportunidad pude ver la mano de Dios en las acciones de mi familia y sobre todo de mis amigas, que me proveyeron de empleo y de buenos consejos. Ahora puedo ayudar a las personas de distintas maneras y una vez superada la crisis emocional que me causó la pérdida del empleo y la falta de dinero, puedo confiar que Dios es el dueño de todo lo que tengo, pues desnudo salí del vientre de mi madre y nada me llevaré a la tumba.

Solo los buenos recuerdos de una vida de servicios y amor hacia las personas y los bellos momentos que pasé con los seres que amo…

Bendicones!!!

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